Leyenda del Convento de los Capuchinos de Figueres

El edificio del Convento de los Capuchinos de Figueres fue construido en el siglo XVIII y es referencia de la ciudad de Figueres una ciudad catalana multicultural donde más del 30% de su población es extranjera y un alto porcentaje pertenece a la etnia gitana.

Este convento se sitúa en una sala de artes escénicas dentro de una iglesia con un ornato muy sencillo que tiene tres capillas laterales y una cubierta con bóveda de medio punto. Su cubierta secundaria es de forma de media luna y proporciona luz natural a su bóveda principal.

Cuenta una leyenda local que unos frailes solicitaron alojarse por unos días en la Capilla de San Roque y dos días después llegaron dos capuchinos y realizaron la misma solicitud e informaron que llegaba una escuadra naval y que el ermitaño fue a cerciorarse pero nunca regresó y los capuchinos se quedaron en el lugar.

Desde 1548 se les solicitó a los capuchinos que se establecieran pese a la oposición de la orden de los franciscanos. Luego, desde 1753 se construyó el Castillo de Sant Ferran y en 1754 les dieron unos terrenos en el lugar y se empezó a construir el nuevo convento. En 1835 ya los monjes capuchinos se encontraban en el recinto, que luego se usó como almacén municipal.

Todavía se conserva la iglesia modificada pero con muchas huellas de varias reformas y están los restos de las diferentes dependencias y en buen estado. Igualmente, son estampas religiosas que se tratan con respeto por parte de su población de más de unas 46.000 personas y de la misma manera, por parte de los viajeros y turistas.

Se conoce que una nueva estructura se resolverá con materiales actuales y métodos y formas convencionales. Este convento de la provincia de Girona se encuentra cercano de ciudades como Beget, Cadaqués, Palamós, Narbonne y Perpignan. Entre otras localidades.

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